Cuando de adquirir propiedad raíz se trata, existen diferentes alternativas que van  desde la compra tradicional -quizás, la más conocida- hasta permutas, remates jurídicos, subastas y remates inmobiliarios.

Sobre estos últimos haremos énfasis en este post, pues pocas personas saben de la existencia de estos métodos que ofrecen unos precios bastante buenos para la adquisición de un techo propio. En esta modalidad es posible conseguir una propiedad raíz hasta con un 30-45% de descuento del valor comercial. 

Existen dos tipos de subastas y remates, el jurídico y el inmobiliario. Los remates jurídicos son aquellos que por orden de un juzgado en virtud de un proceso judicial se pone en venta un inmueble para dar cumplimiento a las obligaciones que el anterior dueño no cumplió. En este caso el juzgado pone en subasta dicho predio con el fin de cancelar o cubrir el monto adeudado al acreedor, llámese banco o persona natural. Dichos inmuebles son subastados o rematados a un costo menor al valor comercial. 

En el caso de las subastas y remates inmobiliarios, se realiza con el fin de reducir el precio de venta para poder comercializarlo y venderlo en el menor tiempo posible. A diferencia del jurídico este proceso no se lleva a cabo en un juzgado, además es posible conocer el inmueble, la compra puede hacerse en efectivo, crédito hipotecario o leasing habitacional. Este proceso es mucho más rápido que el jurídico. 

En el caso del remate jurídico toca tener en cuenta que se debe estar muy bien asesorado, pues muchas veces este tipo de propiedades aún están habitadas, tienen más de un proceso legal encima, no se pueden conocer antes de adquirirlos y deben ser pagados inmediatamente en efectivo (no se aceptan créditos hipotecarios, leasing o subsidios). 

En definitiva, un remate inmobiliario es un negocio a través de una subasta en la que varias personas ofrecen un precio por una propiedad que al final quedará en manos de la persona que ofrezca más dinero. 

Como se trata de una subasta, se establecen tres momentos para que los interesados ofrezcan. En un primer se establece el precio base de la propiedad raíz en un 70% del valor comercial, es decir que si la casa o apartamento tiene un valor comercial de 300 millones el precio base por el cual se empieza a subastar va a ser de 210 millones.  

En un segundo momento, el valor puede reducirse en un 50% y por último, la rebaja puede llegar a ser del 40% si las condiciones y características comerciales del inmueble no tienen las garantías suficientes para el futuro propietario.  

Como podemos ver, esta modalidad de compra ofrece una serie de ventajas que para quienes tienen un presupuesto reducido puede ser la mejor manera para hacerse con una propiedad raíz. Es importante tener en cuenta que a la hora de entrar en una subasta de este tipo se esté bien asesorado y una agencia inmobiliaria puede ser una muy buena opción. 

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